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viernes, abril 28, 2006

Negra Noche de Blanca Luna


Playa de Barcelona. Por culpa de un tal Avellaneda, el lance final de Don Quijote no acontecerá en las Justas de Zaragoza, sino en las costas mediterráneas. El enemigo: el Caballero de la Blanca Luna (o si lo prefieren, el ambiguo bachiller Sansón Carrasco, dispuesto a ayudar a Alonso Quijano “el Bueno”). Flaco favor constituirá su ayuda. Para acometerla, primero ha de imbuirse en el proceso de carnavalización vital que le permite entrar en el mundo de imaginación de Don Quijote para destruirlo desde dentro, cual moderno virus informático. El precio que tendrá que pagar nuestro héroe por su derrota será caro: renegar de su amada y volver a su aldea, abandonando la caballería andante durante un año.

Tenemos aquí, de nuevo, dos planos de realidad (o quizá más, porque conociendo a Cervantes…). Por un lado, vemos a un vecino que pretende “rehabilitar” a un amigo demente. Por otro, dos caballeros andantes que se baten en un peligroso lance. A estos dos hay que añadirle (sabía yo que surgiría otro) la lucha entre la Realidad y la imaginación. Tristemente, ganarán, respectivamente, el vecino sensato, el Caballero de la Blanca Luna y la Realidad. Triple derrota para los seguidores de Don Quijote, que somos tantos en todo el mundo y en toda época.

Es aquí, junto a las playas de Barcelona, donde realmente muere “El de la Triste Figura”, porque hay que recordar que Alonso Quijano “El Bueno” fallece plácidamente en su lecho, preocupándose de recordarnos que es él el que muere (y no Don Quijote, por tanto). En realidad, nuestro admirado caballero lleva agonizando durante toda esta segunda parte de la obra. En la aventura del barco encantado confiesa “no poder más” y en casa de los duques mira con escepticismo los fastos y artificios que lo rodean, como ocurre en su “vuelo” a lomos de Clavileño. La fe del personaje central en su propia creación (porque, para mí, Don Quijote es una creación consciente y necesaria de Alonso Quijano) queda profundamente herida cuando ve a su amada Dulcinea convertida en fea aldeana, también al comienzo de esta segunda parte. Los ideales, va reconociendo el hidalgo, tienen más verrugas de las que nunca pudo imaginar.

No obstante, precisamente por esta debilitación de la fe del hidalgo, más mérito tienen sus palabras cuando se le pide que reniegue de Dulcinea:

“Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra”.

Conmovedoras son estas palabras si se las atribuimos a un pobre loco, pero, adjudicadas a un cuerdo, resultan estremecedoras. Alonso Quijano, derrotado en su Ideal, sabe que su muerte esta próxima. Conoce que él no es un verdadero caballero andante (algo que, pienso yo, siempre ha sospechado) y sabe también que Dulcinea no es sino Aldonza Lorenzo, una mujer del pueblo que tiene de hermosa lo que de dama. No obstante, estas últimas palabras suponen un último esfuerzo del hidalgo por aferrarse a su Fantasía, a su Ideal. Son un grito desgarrado y sentido (sin sentimiento no hay desgarro) de afirmación de la propia personalidad, de la propia esencia; no de la impuesta, sino de la libremente elegida en el derecho que todos tenemos a ficcionalizar nuestra vida.

De ahí lo impresionante de este pasaje. De ahí que se nos encoja el corazón, el alma y la carne al leer a Don Quijote (o a Alonso Quijano, que ya no sé quién habla ni me importa). En otras ocasiones nos hemos reído de las caídas y trompazos del caballero. Ahora no podemos sino guardar silencio, tragar saliva y seguir leyendo.

Estamos aquí ante el Hombre, derrotado frente al peso de la Realidad, sólo ante la inmensidad del mar, aferrándose a su derecho a soñar y ser libre.

Bienvenidos sean los amigos, los Sansones Carrasco que pretenden devolvernos la cordura aunque sea a nuestro pesar. Malditos sean por siempre los Caballeros de las Blancas Lunas, siempre dispuestos a despertarnos del más noble de los sueños…

Y es que la vida también tiene doble lectura.

13 Comments:

Blogger Fercho said...

Siendo un escrito que se halla en el trecho entre el siglo XVI y XVII todavía nos podemos plantear otro nivel más de lucha: el Pasado (más glorioso, lleno de gestas, incluso imperial) y el Presente (el principio del fin de la hegemonía española en el mundo, la época de los validos) que, sin duda, desembocarán en un Futuro (aún más oscuro y barroco, de miseria bajo la apariencia, y con una picaresca que sustituye a los ideales caballerescos).

Supongo que el artículo iba para el 23 de Abril pero el tiempo lo ha demorado.

3:37 p. m.  
Blogger Chespiro said...

Muy buen planteamiento, Fercho.
Sin duda, los ideales de Don Quijote responden a un tiempo pasado que para nada es compatible con el presente.
Y no, no iba por el día del Libro...Casualidades.

1:49 a. m.  
Blogger Yordi (Y.) said...

Hola Chespiro;
Ya sabes lo que pienso sobre tus posts que versan sobre el Quijote, parece que en estos das el todo, están geniales...
Yo creo que la rendición del Quijote no es sólo necesaría dentro del libro (además que así Cervantes se libraba de apócrifos) sino que es lo que ha hecho grande al Quijote, convirtiéndolo en una gran leyenda, el primer gran perdedor de la historia de la literatura.
Además uno piensa si no forma parte de nuestro carácter "nacional" (que miedo da usar esta palabra) el que la gran obra maestra de la comedia española acabe de una forma tan desengañada, tan triste...

3:19 a. m.  
Blogger garfielz said...

La moraleja del Quijote es un poco triste. De una persona que lucha por sus ideales y termina derrotada por la cruda realidad.Quizá Cervantes fue un precursor del movimiento romántico.

8:05 a. m.  
Blogger Chespiro said...

Gracias por tus palabras, Choko. No cabe duda de que Don Quijote fue un perdedor muy "nuestro" (o "nacional").
Amigo Garfielz, bienvenido a este blog que es el tuyo. Aunque sea un anacronismo hablar de precursores del Romanticismo, no por casualidad los románticos convirtieron a Don Quijote en un símbolo.
La moraleja de la que hablas, la verdad, es un poco triste, sí. A mí me recuerda a la del mito de Ícaro (si pretendes volar demasiado alto, acabarás cayendo), aunque el tratamiento humano y comprensivo de Cervantes le da ese toque tan especial que lo diferencia de la frialdad del mito clásico.

1:08 a. m.  
Blogger Yordi (Y.) said...

Amigo, se me ocurre que poner los posts de Cantinflas y el Quijote tan juntos ha sido una idea (no sé si casual) magnífica... Don Mario fue un gran admirador de la obra cervantina, siempre quiso hacer de Sancho y lo consiguió en "El Quijote cabalga de nuevo" pero ya antes Howard Hawks quería hacer una versión del Quijote con Cantinflas de Sancho y ¡Cary Grant como Don Quijote!
Se me ocurre, además, que, quizás, la moraleja de la novela se nos haga más llevadera si pensamos que nuestras locuras valen tanto como para convencer, al menos, a un sólo Sancho (o a un sólo Cantinflas)
Un abrazo y perdón por un mensaje tan largo...

3:20 a. m.  
Blogger Los Burgomaestres said...

Lírico estáis... ¡Hermosa entrada, amigo Chespiro! Y que alegría verele de nuevo lanza en ristre. Saludos de sus amigos.

3:43 a. m.  
Blogger Chespiro said...

Pues sí, Choko. Ha sido pura casualidad. Efectivamente, Cantinflas hizo de Sancho en una película un tanto irregular, pero su espíritu quijotesco está más presente en otras de sus producciones.
Veáse, por ejemplo, "Un Quijote sin mancha", en su época ya aburguesada, interpretando al abogado Don Justo Leal y Aventado.
Señores Burgos, gracias por su visita. Recuerdo que uno de ustedes (o los dos, porque no los distingo) me dejó patidifuso con sus conocimientos sobre la obra cervantina en otro post dedicado al ingenioso hidalgo.
Es curioso que este mítico "final" de la obra sea tan (relativamente) poco recordado en favor de otros pasajes de la novela.

8:30 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Felicidades, Chespiro, por esta breve pero estupenda exposición. Me parece muy acertada esa comparación que haces con Ícaro, aunque se pueden establecer algunos matices (Ícaro se vio obligado a iniciar su vuelo, además su caída la provocó él mismo).
Por otra parte, se ha dicho en alguno de los comentarios que don Quijote es el gran perdedor de la historia de la literatura. Permítanme expresar mi desacuerdo. Como bien apunta Chespiro, muere Alonso Quijano, no don Quijote. Un personaje que ha conseguido colarse en la conciencia de cada uno de nosotros, que ha inspirado a escritores y cineastas y que nos ha animado a luchar en favor de nuestros ideales, ¿realmente es un perdedor? Para mí no lo es, ni tan siquiera dentro del propio marco de la novela: sus "hazañas" fueron ejemplo para todos, especialmente para Sancho.
Opiniones aparte, te felicito de nuevo Chespiro y espero poder seguir disfrutando de tus comentarios literarios.
Un abrazo.

1:17 p. m.  
Blogger Chespiro said...

Gracias por tus palabras.
La pregunta que nos surge es si "Don Quijote" murió en esta playa de Barcelona, no murió nunca o si acaso se va diluyendo a lo largo de toda la segunda parte de la obra...
Probablemente sea una mezcla de las tres cosas, no sé.

12:13 a. m.  
Blogger Luis Bond ∴ said...

Yo leo mucho. No tanto como deberia pero si he devorado unos cuantos clasicos. Todavia no me atrevo a pasar con el Quijote, le tengo mucho miedo -y respeto- y no me gustaria dejarlo a mitad o no captarlo del todo por ser un lector inmaduro. Igual, ya he escuchado tanto del Quijote ke puedo sentir ke he vivido con el =p, Excelente post -como todos- Saludos!!

11:54 p. m.  
Blogger Chespiro said...

Bueno, luisbond, una de las ventajas que tiene el Quijote es que, tanto por su estructura episódica, como por el hecho de ser tan conocido por todos, puede leerse "a trozos", cosa que no sucede con otras obras.

3:18 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

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10:10 p. m.  

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