¿No será mucha molestia?
Hoy queremos hablar de una parejita perteneciente a una serie de TV a la que pronto se habituarán los lectores de este blog, si es que queda alguno. ¿Quién no recuerda al Profesor Jirafales y a Doña Florinda, los eternos enamorados del “Chavo del ocho”? Mi idolatrada serie de televisión presenta a través de estos dos personajes su particular concepto del amor, que sigue la tónica de todo el programa: idealismo truncado por la crudeza del humor.
Vayamos por partes: ÉL (el profesor Jirafales) es un maestro de escuela, culto, con un sueldo mediocre, relamido, y profundamente tímido a pesar de su aparente autosuficiencia. ELLA (Doña Florinda), una mujer viuda, desaliñada, burguesa venida a menos y elitista venida a más, con un perenne mal humor que sólo se le pasa al ver al profesor Jirafales. A partir de estos simples personajes, Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, nos plantea una visión peculiar de la relación amorosa. Míticos son los encuentros entre el Profesor y Doña Florinda, caracterizados por la irrupción de una banda sonora inolvidable y un plano de cada uno de los amantes que, inexorablemente, interrumpen cualquier actividad que estén haciendo para repetir las mismas frases de amor (tímidas a veces, siempre cálidas). Luego, ambos caminarán pausadamente hacia la casa de Doña Florinda sin quitarse los ojos de encima. Para el resto de personajes de la vecindad, esta actitud resulta ridícula y risible (a veces, los amantes son objeto de parodia por parte de Don Ramón, el Chavo o la Chilindrina), pero eso no parece importar a los enamorados, que permanecen ausentes ante el escarnio.
Este tipo de escenas pueden resultarnos ingenuas, bobas y poco verosímiles, pero… ¿quién no se ha sentido así ante su particular Jirafales/Doña Florinda? Al igual que nos ocurre a todos nosotros, ni la viuda ve la pedantería de su enamorado ni Jirafales parece advertir las malas pulgas de la vieja chancluda. Podría decirse que, literalmente, “no le ve los rulos”. Cupido, ciego él, tiene la propiedad de cegar también a los enamorados y nuestros personajes no son una excepción.
Decíamos que la relación amorosa que se presenta en la serie es una relación completa porque abarca las dos facetas “clásicas” del noviazgo-casamiento de la época (hoy todo ha cambiado). El profesor Jirafales es el noviazgo: aporta la cultura, lo bohemio, la ropa impecable, lo poético (la flor)…; Doña Florinda es el matrimonio: los rulos, el delantal, lo tangible (el café). Si el espacio del noviazgo es el de “fuera” (el profesor viene de la calle), el del matrimonio es el espacio de “dentro” (Doña Florinda lo invita a pasar a su casa).
Pero, tal vez, lo verdaderamente hermoso de esta relación es que simboliza la esencia del amor en medio de un mundo en declive: el espacio de la vecindad. Como Hispanoamérica, en la vecindad del Chavo reina la pobreza, la miseria, la picaresca y la tragedia cotidiana. Sin embargo, en medio de ese barco a la deriva, también sus gentes aman y sueñan, imaginan, se ilusionan, VIVEN… He aquí la infinita belleza de esta serie, la infinita belleza de estos eternos enamorados. En el mundo de Chespirito, al que tendremos el placer de volver muy a menudo, incluso en la miseria hay un lugar para los sentimientos más nobles y para la esperanza, es decir, para los noviazgos entre rulos y tendederos.
14 Comments:
Hola, sin duda una grandisima serie y un romance muy peculiar jejeje, quien no recuerda cuando los tortolitos iban a besarse y Quico los interrumpia siempre. Aunque si es cierto que en capitulos anteriores su reaccion era distina y deseaba lo contrario. Bueno espero ver mas cositas de esta serie y xk no tb del Chapulin Colorado. Isra.
Es cierto, al principio Quico parecía querer que se besasen (curiosamente en esos capítulos Carlos Villagrán mantenía un romance con Florinda Meza)...luego siempre los interrumpía.
Parece que al principio tenía más ganas de "papi" y le preocupaba menos la "decencia" de su mamá...
Y por supuesto que habrá aquí un hueco para el Chapulín Colorado...faltaba más.
Hola Chespiro,
Pasaba por aquí para recordar la canción que se marcaban, Doña Florinda y el maestro Longaniza... este... profesor Jirafales, el título "Somos Cursis" era toda una declaración de intenciones.
Para terminar con algo pedagógico decir que "la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena"
Un abrazo!
Jajaja, "la gente buena debe amar a sus enemigos".
Ciertamente, se me olvidó mencionar eso en el artículo. Como bien dices, los personajes lo dicen abiertamente en esa canción:
"Sí, somos cursis, lo aceptamos...y que nos dejen en paz".
Excepcional la "Puesta en escena" de esa canción, jejeje.
Por mas cursi que sea ver a el profe Jirafales y D. Florinda una y otra vez decir el mismo dialogo, uno no se cansa nunca, esa es la magia de este programa q jamas va a pasar de moda
El mas divertido dialogo entre ellos 2 es el del juicio contra el chavo:
"Profesor Jirafales!!, Doña Masacota!!!
Saludos
Tú lo has dicho, la repetición sistemática del mismo diálogo no cansa en la realidad amorosa (Quién no recuerda las eternas despedidas o el famoso "cuelga", "no, cuelga tú" de múltiples conversaciones telefónicas de la adolescencia).
Habría que ver si, una vez que se casaran, Jirafales y Doña Florinda seguían manteniendo la misma actitud.
Por suerte para ellos, eso no va a ocurrir nunca...
Es realmente increíble cómo una mujer de tan mal carácter pueda tener ese nivel de ternura cuando llega su amado.
¿Alguna vez se han confesado su mutuo amor?, la verdad no. Jirafales ha mencionado ser muy tímido y sólo ha expresado su profundo cariño (aparte de los halagos que dejan loca a Doña Florinda) en ocasiones muy contadas. Por ejemplo: cuando Quico grita que su casa se quema al jugar a los bomberos, el Profesor sin vacilación alguna acude hacia el supuesto incendio declarándole a Florinda: "Por usted soy capaz de todo". Una real muestra de su inmenso sentimiento.
Sin embargo, la viuda ante una ofensa por parte de él (obvimente un error ya que Jirafales jamás la insultaría), intenta romper cualquier tipo de relación sin siquiera dudar que puede ser un malentendido, tal como ocurrió en el capítulo de la confusión de cartas.
Muy bueno el blog, Chespirot. Sigue entregándonos tus apreciaciones e ideas, ya que me resultan muy interesantes.
Adiós.
Gracias por tu comentario. Es verdad que pocas veces se han confesado su amor. Es curioso porque, con lo "viejos" que son, siguen con el típico "tonteo" adolescente.
No obstante, aunque nunca han expresado abiertamente sus sentimientos, en el capítulo de Nochevieja (1973),el profesor Jirafales dice que para el siguiente año promete "amor eterno para una persona cuyo nombre tengo guardado en lo más recóndito de mi corazón"...y lo dice cogiéndole la mano a ella...Si eso no es una declaración...jejeje.
Yo pienso que ellos dos nacieron para encontrarse alguna vez en esta vida y ya les tocó, afortunadamante, pero hay que recordar que el profesor se cree galán y no tiene nada de modesto. Aun cuando el objeto de su amor se encuentre a centímetros de él, no tiene empacho en dejar ver su falta de modestia en algunas ocasiones, como cuando ella le dice que es un hombre incomparable y él lo reafirma. Pero bueno, lo importante del asunto en cuestión es que se aman y se sienten tan a gusto estando juntos, ya sea en la vecindad, en un parque, etc. Ella se las ha visto negras para sacar a su hijo adelante y pues e profesor a aparecido como una especie de padre postizo del cachetón niño. Qué bonita pareja hacen!!!
Tienes razón. El profesor tiene el defecto de la vanidad, pero...puestos a poner defectos...¿Qué me dices de Doña Florinda?
No me quiero ni imaginar al pobre si algún día deciden casarse. Las sonrisas no durarán eternamente, ¿no?
Ja ja, pues claro que no. Los 2 pecan de vanidosos y va a parecer concurso a ver quién se cree más. Son tal para cual. Y en medio de ellos, Quico, que, como decimos en México, no canta mal las rancheras, o sea, no se queda atrás. Saludos!!!
Jajaja. Sí...pero al menos el profesor trata de ser justo. Sabe que todo el mundo merece ser tratado por igual, aunque no puede evitar sentirse superior.
En cambio, Doña Florinda tiene la plena convicción de que Don Ramón y demás merecen ser menospreciados.
A lo mejor, con el matrimonio se nos suaviza la vieja chancluda, quién sabe.
Puede ser que se suavice o que se ponga peor de vanidosa, pues ahorá sí tendría un motivo más para creerse superior. Ya no sería la viuda que se quedó sola con su hijo a la buena de Dios, viviendo de la pensión que le quedó de su difunto esposo. Sería la esposa del Prof. Jirafales, y pues ese status de viuda quedaría en el olvido. Ya me la imagino, paseando del brazo de su nuevo "flamante" esposo y mirando a todos de arriba a abajo, con lo creída que es Doña Fodonga, digo, Doña Florinda.
Y entre el sueldecito de él y la pensión de ella...no iban a pasar hambre, no.
Sin embargo, me da la impresión de que no se irían muy lejos de la vecindad, aunque tuvieran más dinero.
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